Entrevista sobre Julio A. Roca a Juan Godoy por Agencia Paco Urondo
El sociólogo del campo popular, Juan Godoy, conversó con AGENCIA PACO URONDO y reflexionó sobre la figura presidencial de Julio Argentino Roca y los debates sobre su trayectoria política que aún siguen vigentes.
Por Santiago Asorey
El sociologo del campo popular, Juan Godoy, dialogó con AGENCIA PACO URONDO y ofreció multiples lecturas sobre la figura presidencial de Julio Argentino Roca y los debates sobre su trayectoria política que aún siguen vigentes, desde la perspectiva del pensamiento nacional. "Otra de las cuestiones importantes que aparece, en línea con lo que venimos marcando, es la base social del roquismo (esto lo trabaja profundamente Terzaga), dando cuenta que aparecen sectores del interior provinciano, sectores ligados a la experiencia de la montonera, como por ejemplo los líderes de la Revolución de los Colorados (1868), o sectores vinculados al Chacho Peñaloza o Felipe Varela".
APU: El debate por la figura de Julio Argentino Roca sigue estando vigente. ¿Podría señalar que aspectos revindica el teórico de la izquierda nacional Jorge Abelardo Ramos sobre su presidencia?
JG: Antes que nada, una muy breve reflexión a partir de tu pregunta. Pienso que esa actualidad del debate sobre la figura de Roca se vincula no solo a una discusión historiográfica-política sobre su figura, sino también a que todavía somos un país semi-colonial con una porción del territorio ocupada por Gran Bretaña a partir de la cual el imperio pretende avanzar aún más sobre nuestra soberanía tanto en el Atlántico Sur, la Patagonia y nuestro sector antártico. Esto debiera alertarnos en relación a las tensiones que aún permanecen vigentes, y también a tener una seria y profunda política territorial, demográfica, de desarrollo y defensa nacional sobre nuestra Patagonia hoy con escasa densidad poblacional, enormes recursos, e indefensa ante la avidez de las potencias. Profundizar el conocimiento sobre nuestro territorio, tener una visión geopolítica en torno al mismo, fortalecer la conciencia nacional, y tener una política nacional inteligente sobre el mismo resulta central pensando en el futuro de nuestro país.
Ahora sí, desde este marco, para pensar en la figura de Julio Argentino Roca y los aspectos que rescata la corriente de la izquierda nacional que en este punto tiene una figura central que es el cordobés Alfredo Terzaga quien escribió una excelente biografía de Roca de la cual se llegaron a publicar dos tomos, y luego lamentablemente la obra quedó inconclusa, y desde ya encuentra también figuras centrales en la reivindicación de Roca en quien señalas, el “Colorado” Ramos. Para comprender más profundamente su visión tenemos que tener en cuenta que en esta época se remarca un conflicto central que es la renta de la Aduana y el puerto de Buenos Aires, Ramos observa que el conflicto del siglo XIX (ya Alberdi había pensado este esquema), en gran medida gira en torno a quien domina estos dos elementos, siendo que el interior argentino se posiciona mayormente por su nacionalización, y la oligarquía porteña lo hace porque el dominio quede bajo su estricto control. Este punto es el que mayormente trae la guerra civil.
APU: Ramos hace una escisión entre oligarquía y un patriciado…
JG: Hay que dividir esta época en la coexistencia de una oligarquía, y un patriciado, este último a diferencia de la primera tiene intenciones de avanzar en la organización nacional. A partir de estos elementos podemos dar cuenta que Ramos considera que el roquismo representa al interior argentino a través de una alianza que se expresa en la Liga de Gobernadores, y el mitrismo aparece como el máximo representante de la oligarquía argentina.
Así, mientras Roca procura la nacionalización de la Renta de la Aduana y el puerto, al mismo tiempo que la organización nacional y el impulso de las fuerzas productivas, podríamos decir el desarrollo de un “capitalismo moderno”, y el establecimiento de los elementos esenciales del Estado nacional, pilar para el establecimiento de la soberanía nacional a lo largo y ancho de nuestro territorio. El mitrismo por su parte, es el cabal representante de la oligarquía porteña, los grandes terratenientes de la Pampa Húmeda, y el liberalismo pro-británico, cuestiones que se expresaron durante los años de su gobierno (1862-1868), donde se tejieron los bases de la Argentina semi-colonia de Gran Bretaña, como por ejemplo con el trazado de los ferrocarriles en abanico al puerto de Buenos Aires, esa “tela de araña” metálica que aprisiona a la mosca que es la nación a decir de Scalabrini Ortíz.
APU: ¿Ramos revindica el antimitrismo de Roca?
JG: Más concretamente, Ramos considera que Roca es quien enfrenta al mitrismo, lo hace tempranamente cuando el triunfo de Avellaneda (1874), detona el levantamiento del mitrismo (hay que decir, Avellaneda también en este esquema representa el interés provincial, durante su gobierno se fijan por ejemplo los aranceles aduaneros -1876-). Allí el joven Roca derrota en Santa Rosa a Arredondo, y comienza a aparecer como un liderazgo con un importante ascendiente sobre las provincias. El 74 es en cierto punto la contra-cara de lo que había sido Pavón. Vuelve a insurreccionarse el mitrismo en el 80, y allí se dan las importantes batallas de Los Corrales, y Puente Alsina que dejan aproximadamente 3 mil muertos, con el triunfo del roquismo que va a federalizar definitivamente la renta de la Aduana y a nacionalizar el puerto de Buenos Aires. Finaliza allí la “larga” guerra civil, y comienza a profundizarse el desarrollo del estado nacional. Este es un punto central de la reivindicación de Ramos.
No obstante, también hay en este marco otros puntos que aparecen en su análisis de la figura de Roca. Primero es éste quien avanza, desde antes de ser presidente desde ya, en la soberanía nacional sobre nuestra Patagonia dejando de lado la política defensiva que se había trazado anteriormente e incorporando definitivamente una gran porción del territorio nacional, al mismo tiempo que logrando la liberación del soldado criollo, en tanto este último se encontraba en la línea del fortín.
APU: ¿Cuál era la base social de roquismo?
JG: Otra de las cuestiones importantes que aparece, en línea con lo que venimos marcando, es la base social del roquismo (esto lo trabaja profundamente Terzaga), dando cuenta que aparecen sectores del interior provinciano, sectores ligados a la experiencia de la montonera, como por ejemplo los líderes de la Revolución de los Colorados (1868), o sectores vinculados al Chacho Peñaloza o Felipe Varela, o personajes anti-mitristas (opuestos a la guerra contra el Paraguay por ejemplo), como José Hernández o Olegario Andrade, por nombras algunos casos. A estos debe sumarse el apoyo del ejército, sobre el cual tiene un ascendiente importante.
Para sintetizar algunas de las medidas del roquismo por lo cual Ramos lo reivindica como el gran constructor del estado nacional argentino moderno, quien enfrenta y derrota al mitrismo. Entre las cuestiones principales aparece la modernización de las Fuerzas Armadas a partir de la Ley de servicio militar obligatorio (la conocida Ley Riccheri), que va a ser un puntal donde se asienta la integración y cohesión nacional, al mismo tiempo que va a modernizar el elemento militar, y también (con sus reformas), va a ser un puntal donde se va a ir conformando una generación militar (no la única, desde ya), que va a comenzar a tomar forma por los años 20/30/40 principalmente una fuerte crítica a la Argentina semi-colonial y a impulsar el desarrollo, (Perón es “hijo” de esa formación), base también del sufragio universal. También la Ley de educación obligatoria y gratuita (1884), la cual Jauretche considera (más allá de sus contenidos –la colonización pedagógica digamos-), también positiva en tanto la alfabetización, la integración y consolidación nacional (se crean aproximadamente 600 escuelasy se convoca al Primer Congreso Pedagógico), la campaña al Chaco con la fijación del hito de la “línea militar Bermejo” y la organización de territorios nacionales (como el caso por ejemplo de La Pampa, Río Negro, Neuquén, santa Cruz, Tierra del Fuego Chaco y Formosa), crea la moneda nacional (hasta entonces circulaban varias monedas, había un pensador argentino que decía algo así que “sin moneda no hay soberanía”), el desarrollo de alguna línea férrea ajena al interés británico, la fijación de la soberanía nacional en la Antártida en 1904, lo cual va a llevar a nuestro país a ser quien más larga presencia sin interrupciones tiene en el Continente Blanco (incluso por 40 años esa presencia fue solitaria), la Doctrina Drago que siente un precedente importantísimo en materia de imposibilidad de ataque de un país a otro para cobrar una deuda, el encargo a Bialet Massé (y a una comisión entre la cual está por ejemplo el gran latinoamericano Manuel Ugarte), de un informe sobre la situación de la clase trabajadora, la protección de varias industrias (como la del vino o el azúcar), la solución de problemas fronterizos con Chile y Brasil,por nombrar algunas de las medidas más emblemáticas. Si observamos la situación provincia por provincia vamos a ver que son 12 provincias las que apoyan a Roca, quedan del lado del mitrismo Buenos Aires, y Corrientes. Evidentemente con los “chinos” de Roca el mitrismo porteño pierde poder
APU¿Hay también una transformación de la forma en que las provincias encaraban sus demandas?
JG: Claro, la montonera había sufrido un durísimo golpe con la “guerra de policía” que lleva adelante el mitrismo sobre el Noroeste argentino que deja decenas de miles de gauchos, criollos, montoneros asesinados (algo que en la historiografía liberal se suele ocultar o al menos no prestar la suficiente atención), la misma se había re-armado e insurreccionado nuevamente contra el mitrismo y contra la Guerra del Paraguay, mayormente el interior se amotina, se subleva contra esa guerra. Ahora bien, ese ejército que va a los esteros paraguayos va a volver (al menos en una facción importante), transformado o se va a ir transformando en los años sucesivos. Terzaga dice algo así como que el ejército de la posguerra es la expresión organizada de la “vieja sociedad colonial”.
También vale resaltar que al mismo tiempo se produce el trazado en abanico de los ferrocarriles, el avance del capital y la manufactura extranjera (que destruye la industria artesanal que Rosas había vuelto a levantar a partir de las bases de las establecidas en el Virreinato), que deja a esos criollos, gauchos, troperos, peones y demás trabajadores desamparados, en gran medida desocupados. El esquema de la Argentina semi-colonial los deja afuera, por lo tanto van muchos a encontrar una forma de sobrevivir integrándose al ejército. Ese ejército en una parte sustancial va a rechazar al mitrismo, en tanto torturador y asesino de nuestro interior y destructor de la experiencia paraguaya.
El debate por la campaña sobre la Patagonia
APU: Las maniobras militares de Roca en la Patagonia son objeto de debates. ¿Como se vislumbró ese debate en dentro del revionismo? Lo pregunto porque la conquista del desierto excede a Roca, digamos que fue parte de un proceso previo...
Juan Godoy: Sí, tanto la figura de Roca como la Campaña sobre la Patagonia son objeto de debate incluso al interior del revisionismo. La corriente de izquierda nacional, como venimos viendo, reivindica en gran medida a quien fue dos veces presidente y a su avance sobre la soberanía nacional, no obstante otras corrientes al interior del mismo revisionismo no hacen esa reivindicación, sino son más críticos, sobre todo en la relación que se establece (o mejor dicho se continúa), con Gran Bretaña, y la integración en forma subordinada al esquema de la división internacional del trabajo. En general sí se reconoce el papel cumplido en tanto avance de la soberanía sobre la Patagonia. Siempre pensando dentro del revisionismo histórico, no así la historiografía más ligada a la izquierda tradicional o vinculada al progresismo que hace énfasis en la defensa de lo que llaman “poblaciones originarias”, y consideran que lo que sucedió en esa campaña fue un genocidio sobre las mismas.
Pero pensando en las discusiones al interior del revisionismo histórico, brevemente podemos reseñar el debate diciendo que la tesis de Ramos es discutida por un historiador importante que venía del Partido Comunista, pero luego se volcó al peronismo como es Rodolfo Puiggrós, quien sostiene que los gobernadores de las provincias que apoyaban a Roca no eran herederos de la montonera, de los caudillos provinciales sino más bien que estos estarían “amansados”, a lo cual también suma que la política de Roca considera es de corte netamente liberal, y que esa conquista del desierto consolida a la oligarquía terrateniente, incluso Puiggrós argumenta que la “revolución del Parque” que Ramos analiza más bien como una “contra-revolución”, la contra-cara del 74, en realidad desconoce el papel de las masas en la misma.
APU: ¿Qué lectura ofrece José María Rosa al respecto?
JD: Por su parte, el “historiador del pueblo” José María Rosa, reconoce el rol en torno a la fijación territorial de la soberanía nacional, pero es crítico del proyecto político-económico que se establece en tanto una relación de sumisión con Gran Bretaña, y también en tanto la expresión de un proyecto elitista.
En la misma línea se van a manifestar otros revisionistas importantes como el caso de Fermín Chávez, o Ernesto Palacio, quienes observan esa integración a la división internacional del trabajo como una economía complementaria de la industria británica, así exportamos solo materias primas que es lo que Gran Bretaña necesita y pretende de nosotros. Palacio lo observa sumiso al capital extranjero, y Fermín Chávez lo observa en esa vinculación recordando el banquete que le ofrecen en Inglaterra luego de su primera presidencia.
Me interesa sumar un pensador más a este esquema como es Juan José Hernández Arregui quien considera que la tesis de Ramos en torno a Julio Argentino Roca es algo “exagerada” por decirlo de algún modo, considera Arregui que se podría aceptar en tanto pensar una suerte de “oligarquía” más nacional si se quiere, pero que Roca si bien quizás represente este sector más argentino, fue absorbido por la oligarquía e incluso fue propietario de tierras él mismo.
En relación a la Patagonia, me interesa rescatar también la pluma del General José María Sarobe, uno de los maestros militares de Perón, quien constituye uno de los que abordó más profundamente las diversas problemáticas de la Patagonia. Este, además de hacer un recorrido profundo sobre el avance en la soberanía nacional sobre la región patagónica consideraba problemática la idea del “desierto” que se impone en la época en tanto lleva a la confusión en vinculación a las características de la región austral, región diversa en términos geográficos, en relación al suelo, a los diversos climas, las producciones, etc. Resulta central conocer esa realidad para explorar, explotar y proteger nuestros recursos.
En este punto, me interesa recordar también lo siguiente: mayormente la interpretación de Ramos, también compartida por los nombrados Terzaga y Galasso, como asimismo por Arturo Jauretche, y otros, remarcan que hacia el segundo gobierno de Roca se termina transfigurando ese esquema del cual hablamos, y Roca como el roquismo termina claudicando o siendo en cierto punto vencido, en términos de Eduardo Wilde (que había sido ministro de Roca), “mitrificándose”. También cabe resaltar que quizás el mitrismo ya había profundizado la estructura dependiente en relación a Gran Bretaña y el margen de maniobra no era tan amplio (pensar esto en relación a diferentes coyunturas históricas o más actuales puede también ayudarnos a contextualizar y comprender más profundamente la cuestión). Por último es necesario también destacar que la concentración de la tierra tiene un momento anterior nodal que es la Ley de Enfiteusis desarrollada muchos años antes por Rivadavia.
APU: Cuándo se piensa en las maniobras militares contra las poblaciones originarias siempre se piensa en Roca, pero se trató de un proceso mucho más largo…
JG: El proceso denominado como “Campaña del Desierto” en realidad viene de más atrás (y continúa unos años más), la campaña de Roca cuando es Ministro de Guerra de Avellaneda es prácticamente su culminación. Se trata también de diversas estrategias en relación a la cuestión indígena, desde la política llevada a cabo de Rosas (donde hay un avance significativo en su “Campaña al Desierto”, y luego también ya en el gobierno una política de negociación), hasta la de Alsina (con el trazado de la zanja), o Roca, por recordar algunos casos emblemáticos. Si pensamos en la tira larga de esta historia podemos observar como marca Martínez Sarasola que esa “campaña” comienza en los años de la gobernación de Martín Rodríguez (en la década del 20), la sigue Rivadavia, Rosas, etc. También, siguiendo al mismo historiador, observamos que la mayor parte de los muertos no corresponden a los años de la campaña de Roca, pues insistimos es prácticamente su finalización, sino a los años anteriores.
Jauretche, Hernández Arregui, Perón y la Patria Grande
APU: Jauretche señala que en Roca "hay atisbo de política nacional", diferencia de los otros gobiernos vinculadas a las fuerzas políticas de la oligarquía porteña. ¿Qué elementos permiten sostener la idea del roquismo como proto-politica nacional?
Si, si, tal cual, en el análisis de Jauretche aparece la consideración del roquismo como un atisbo de política nacional (que será plenamente nacional con la integración del pueblo, pero para eso tendrán que pasar largos años), algo así como que el roquismo constituye una “tentativa nacional” que termina derrotada a partir de la conversión de varios de sus integrantes en propietarios de la tierra. Por eso dice Jauretche que se desintegra vencido por los títulos de propiedad que compran. Ese es el paso que también marcábamos como transformación del roquismo y de Roca mismo que llamábamos como “mitrificación”. El roquismo para Jauretche es una rectificación (aunque limitada), de la política que venía desde los años de Caseros y Pavón.
En este esquema de análisis de Jauretche se puede pensar en que la derrota del mitrismo por parte del roquismo termina en cierto punto siendo tardía, en tanto en los años anteriores, en el gobierno de Mitre se había avanzado significativamente en la deformación de la estructura económica montada en forma dependiente en base al interés británico vinculado también, vale decir, a la oligarquía local. De esta forma, la administración de Roca si bien produce una integración nacional, la finalización de la guerra civil, el avance hacia un capitalismo si se quiere con ciertos rasgos “nacionales”, no puede o no logra (esto más allá de cuánto haya querido cambiar esta situación) evitar que la Argentina siga el camino hacia conformarse como una semi-colonia de Gran Bretaña. El mitrismo, en contraposición, se puede considerar que sin dudas quiere llevar ese orden dependiente y de subordinación al imperialismo a su máxima expresión, en virtud del beneficio de la oligarquía porteña en detrimento del interior provinciano y su atisbo de industria artesanal.
APU: La tradición hispanoamericana fue un elemento importante para el revisionismo a la hora de pensar la Patria Grande, desde los elementos grecorromanos citados por Perón hasta la tesis de Hernández Arregui. ¿Considera que esta idea sigue vigente?
JG: Sí en esa idea que fue y es fuerte en el revisionismo histórico hay no solo una clave para comprender nuestra historia, sino también para fijar el camino del futuro. En la Patria Grande se encuentra la posibilidad de transformación profunda de nuestra realidad y del ejercicio pleno de nuestra soberanía. Esa idea de la unidad de la Patria Grande, viene de los cimientos mismos de la expansión europea hacia América donde se produce la unificación del continente mestizo, y luego es planteada por nuestros grandes libertadores del siglo XIX, quienes observan que al proceso de emancipación continental tiene que seguir un proceso de integración de modo de no caer en la dominación de las potencias ávidas de penetrar económicamente nuestro continente. No casualmente Gran Bretaña va a “jugar la carta” de la balcanización de nuestro continente, esa balcanización va de la mano con nuestra integración al mercado mundial en forma subordinada y el sostenimiento como economías exportadoras de materias primas. Ese fracaso del proceso de integración no debe suponer que es definitivo, sino que en la Patria Grande se encuentra el camino de nuestro futuro.
Esto lo marcaba Perón a través de retomar y profundizar una idea que a principios de siglo había planteado Rio Branco que era una alianza entre Argentina, Brasil y Chile (ABC). Ese desarrollo trae la noción que toma Perón del estado continental industrial que también va a ser también planteada posteriormente por Methol Ferré. La idea que solo las grandes unidades geográficas desarrolladas pueden ejercer plenamente su soberanía. Esta idea resurge una y otra vez a lo largo de la historia. Ahora bien, como también planteaba Perón es necesario trabajar esa integración por lo bajo, por los pueblos, en tanto los gobiernos pasan pero los pueblos perduran.
Una de las cuestiones centrales, sino la central, en relación a la organización nacional en nuestro país en el siglo XIX es la discusión por la cuestión del puerto, la aduana y la renta de la misma. De ahí que Juan Bautista Alberdi afirme que “la federación argentina es una especie de alcancía en que todas las provincias guardan sus rentas, pero cuya llave está en manos de Buenos Aires y cuyo tesoro sólo sirve al que tiene la llave. La llave es el puerto de Buenos Aires”. (Alberdi, 2007: 88)[4] Agregando que “no son los unitarios y federales, son Buenos Aires y las provincias. Es una división de geografías, no de personas; es local, no política. Con razón cuando se averigua quiénes son los unitarios y federales y donde están, nadie los encuentra; y convienen todos en que esos partidos no existen hoy; lo que sí existe a la vista de todos es Buenos Aires y las provincias, alimentando a Buenos Aires”.(Ibídem: 94)
Buenos Aires, como provincia-metrópoli[5], acapara para sí la riqueza de toda la nación. De esta forma, el país no podrá darse una organización nacional por muchos años. Podemos citar como ejemplos que tanto la constitución del ’19, como la del ’26, realizadas a la medida de la ciudad-puerto[6] traen aparejadas, en tanto niegan al interior, gran cantidad de revueltas contra la prepotente Buenos Aires. “surgieron entonces jefes armados al mando de tropas irregulares que defendieron como pudieron “las autonomías” provinciales y resistieron la política absorbente de Buenos Aires. Los caudillos aparecieron cuando Moreno había dejado de existir y con él una política genuinamente nacional. Así nació el “federalismo”, resultado del despojo de la riqueza argentina por una solo provincia” (Ramos, 1986: 38).
Dos soluciones posibles al problema de la organización nacional, en relación a la renta de la aduana: 1) la nacionalización de la renta de la aduana, otorgándole el disfrute a la nación toda; 2) la separación de Buenos Aires y la conformación de dos estados. La historia nos mostrará las dos alternativas. La segunda alternativa se cumple cuando la ciudad-puerto conducida por Bartolomé Mitre, la oligarquía argentina en pleno (el principal oponente político de Roca), diera el golpe al interés de Urquiza de la nacionalización de la renta, y separara a Buenos Aires del resto de la Confederación (1854) por varios años, con tal de no repartir la renta; y la primera opción se va a dar cuando Roca federaliza finalmente la ciudad de Buenos Aires y la renta nacional.
Decíamos que la oligarquía representada por Bartolomé Mitre era el principal adversario del roquismo. De ahí que Ramos considere necesario diferenciar la oligarquía del patriciado en el análisis del ’80, y del ’90, pues a partir de ahí se fundirán en una misma clase para siempre. Mientras la oligarquía obtura la organización nacional por defender su situación privilegiada, el patriciado pretende organizar la nación (Ramos, 1973). Este enfrentamiento será muy fuerte, y marcará los años 80’s. Así el mitrismo que se había levantado contra la candidatura de otro candidato provinciano fuera de su égida de poder, Nicolás Avellaneda (en esta ocasión quien reprime el levantamiento en Santa Rosa es justamente Roca, lo que le hace ganar simpatías en el interior provinciano)[7], y lo volverá a hacer, esta vez de forma más sangrienta cuando éste deje el poder, y se imponga la figura de Roca, que pretende nacionalizar la Renta de la Aduana. Norberto Galasso argumenta que “la causa de las provincias interiores ya no se defiende a través de caudillos y montoneras (…) sino mediante la confluencia de clases con cierto poder económico (en general, propietarios de fincas), con sectores populares y el ejército, bajo la forma de la llamada Liga de Gobernadores” (Galasso, 2011: 470)
Así se dan las batallas de Puente Alsina y Los Corrales, la guerra civil deja 3 mil muertos, y al roquismo triunfante que federalizará finalmente Buenos Aires, la renta aduanera y el puerto. La Prensa porteña, expresión del mitrismo, exaltada contra el triunfo del interior escribe que Roca tenía “un odio implacable a Buenos Aires (era) una amenaza de muerte para el pueblo de Buenos Aires (lo calificaba de)raquítico, enano, de paso bamboleante, era un guaso que mira de soslayo, anda en los ranchos de Córdoba en mangas de camisa, vareando caballos y sacando para comer el cuchillo de la cintura (…) el símbolo de la barbarie, rodeado por caudillos de chiripá y con aro en la oreja y chupa de tabaco negro. Si triunfaba, los indios abrirían con sus chuzas las cajas fuertes de los bancos” (citado en Galasso, 2011, 530-531)
Alfredo Terzaga se pregunta por la base social del roquismo, ¿quiénes apoyaban este movimiento que estuvo en el centro de la escena nacional cerca de 30 años? Responde buscando quiénes le daban apoyo provincia por provincia, y encuentra que, entre otros sostenes, en la provincia de Mendoza entabla vínculos con el sector federal, como con Olascoaga, quien había sido jefe de la revolución de los colorados en 1866, asimismo con Francisco Civit, padre de Emilio que sería Ministro de Roca y que pretendía nacionalizar los ferrocarriles; en San Luis lo apoya el partido de los hermanos Juan Y Felipe Saá, y también Carlos J. Rodríguez, otro jefe de Los Colorados, lo apoyan entonces de los más importantes líderes de la Revolución de Los Colorados; en Santiago, lo apoya Absalón Rojas, luego de eliminar la influencia mitrista de los Taboada; en La Rioja, lo apoyan los mismos sectores que habían apoyado al Cacho y a Felipe Varela, incluso Francisco Javier Álvarez, médico de la montonera; en Catamarca, lo sostiene Navarro que había reprimido el levantamiento del 74; en Santa Fe lo apoya Servando Bayo, un anti-mitrista que llegó a cerrar un “Banco Inglés” en nuestro país, por lo cual Manuel Quintana amenaza con bombardear Rosario, también lo apoyan los Iriondo, del viejo federalismo; en Entre Ríos logra el apuntalamiento con los hombres del ala popular del federalismo (los que habían estado con López Jordán), que apoyan al gobernador Eduardo Racedo, llega el apoyo de José Hernández, y también de quien se había opuesto a la guerra de la triple infamia, Olegario Andrade; en Córdoba: el gobernador Del Viso, y su Ministro Juárez Celman (cuñado Roca), tejen la red anti-mitrista del interior, sumado el apoyo de Salta, Jujuy y Tucumán son 12 provincias las que apoyan a Roca, quedando del otro bando solamente la Buenos Aires y Corrientes (Terzaga, 1976[8].T II).
A estas alianzas en las provincias, Terzaga suma el apoyo del Ejército, y también analiza la naturaleza del mismo a partir de considerar que el Ejército de la independencia desapareció, se disgregó, y se reconstituyó, y afirma que “ese ejército es la expresión “organizada” de la disolución de la vieja sociedad argentina” (Terzaga, 1976. T I: 240). Los conflictos de la misma se trasladan al seno del ejército. La supresión casi absoluta de la montonera, las vías del ferrocarril en abanico que destruyen la manufactura local, y dejan un tendal de desocupados, etc. han hecho prácticamente disolver la vieja sociedad Argentina del interior, así los montoneros, peones, troperos, carreros, etc., constituyen una masa social expulsada hacia la marginalidad. El “nuevo ejército” se irá nutriendo de estos personajes que se alistan para escapar de su situación de indigencia (muchas veces reclutados a la fuerza). Este “nuevo ejército” rechaza al mitrismo, destructor del Paraguay y del Noroeste argentino.
Veamos brevemente algunas de las políticas del roquismo en el poder, y algunas de sus figuras más relevantes. Es una política dirigida a construir un estado nacional. La federalización de Buenos Aires, que ya mencionamos, es de suma relevancia, establece la unidad monetaria (antes circulaban varias monedas), facilitó la inmigración de judíos perseguidos de Polonia y Rusia, se dicta la ley de educación laica, obligatoria y gratuita ,golpe a la enseñanza confesional, y procura la consolidación nacional (Jauretche la critica en sus contenidos, la colonización pedagógica, pero la juzga progresiva), se incrementa un 100 % la matrícula, Magnasco en Educación presenta un proyecto destinado a reemplazar la educación enciclopedista, abstracta y universalista por una educación estrechamente vinculada con la realidad Argentina, especialmente atendiendo a las peculiaridades regionales, así como también de índole técnico-industrial, se crea el registro civil en el 84 de modo de registrar los nacimientos y las muertes, se da una alta inversión pública en el interior, en política exterior se fija soberanía sobre la Patagonia, y se arregla problemas limítrofes con Brasil, defiende la soberanía de Malvinas, crea la Doctrina Drago cuando se ataque a Venezuela por su deuda sentando un precedente importante en la materia, en relación a los ferrocarriles se incrementan los estatales en regiones que no le importaban a los británicos, se da una “batalla” con el FFCC Argentino (Scalabrini Ortíz rescata esta política en varias ocasiones), Civit como ministro denuncia el papel perjudicial al desarrollo de las tarifas, procura desarrollar líneas estatales, y llega a proponer la nacionalización, se traza el FFCC Rosario-Punta Alta (fuera de la lógica británica), se prohíben los ejércitos provinciales, se sanciona el código minero, mientras se encomienda a Bialet Massé un informe sobre la clase obrera, y luego se propone un código de trabajo (en el que trabaja, entre otros Ugarte y Bunge), en el que se propone, entre otras cuestiones: jornada de 8 horas, descanso semanal, salario mínimo, protección de niños y mujeres en el trabajo, responsabilidad patronal en accidentes de trabajo, etc., por otro lado, se dicta la Ley de Residencia (otra mancha de la historia del roquismo), Pellegrini propone la eliminación del salario, propone el reparto de ganancias entre los capitalistas y los trabajadores, se dicta el servicio militar obligatorio, se fomentan las bodegas en Cuyo, el azúcar en el norte, entre algunas medidas a destacar.
Arturo Jauretche, por su parte, coincide en términos generales con esta interpretación del roquismo. Los 80’s expresan la derrota de los porteños a manos de los provincianos “en esa medida el roquismo significa una integración nacional pues después de Pavón sólo habían contado los porteños y aporteñados. Ahora el poder estaba en manos de la “liga de gobernadores” y el caudillo del ejército, también provinciano” (Jauretche, 1967, 70). Evidentemente la ciudad-puerto pierde poder con los “chinos” de Roca. Con este movimiento aparece una idea industrialista, disonante (al menos en parte) de la Argentina agroexportadora, que terminará frustrada, entre otras cosas porque le faltaba el apoyo de las masas dice Jauretche, y agrega “no es todavía política nacional en lo económico, pero es una rectificación, una atenuación del pensamiento de Caseros (…) no llega con todo a constituir sino un mero atisbo de Política Nacional: ella sólo se integrará por la presencia del pueblo en el estado”. (Jauretche, 2008, 96-100). Esa presencia comenzará con la política de Yrigoyen, acerca del cual Roca (una vez terminada su vida política), le recomienda a Ricchieri que siga con el caudillo.
Finalmente el roquismo, dice un integrante del mismo, Eduardo Wilde, “se mitrifica” (Acerbi, 1999), es decir claudica. Ramos indica que lo que no pudieron las armas, lo hizo la estancia. Norberto Galasso (Galasso, Op. Cit.) argumenta que no significa que el roquismo haya querido quebrar el orden semi-colonial, la creciente influencia inglesa en la economía, la granja de su graciosa Majestad. La gran diferencia es que el mitrismo quiere llevarla hasta sus últimas consecuencias con la segregación de la provincia de Buenos Aires, y liquidar todo germen industrial; mientras que el roquismo pretende lograr cierto equilibrio que permita a través del gasto público en el interior, la protección de la industria y algunas defensas de la soberanía nacional en política exterior, un perfil menos oligárquico y menos porteño, que permita una cierta integración nacional. No obstante la derrota del mitrismo llega tarde, la economía ya estaba deformada por el imperialismo aliado a la oligarquía, el gobierno del ‘80 no puede impedir la apertura de la Argentina semi-colonia británica. Jauretche por su parte, sostiene que es el segundo fracaso de la burguesía nacional, sostiene Don Arturo: “los políticos provincianos se aporteñaron rápidamente a la vez que se afincaban como estancieros de la provincia de Buenos Aires. Juárez Celman estanciero dejará pronto de ser el “burrito cordobés”, como Roca y Avellaneda han dejado de ser tucumanos” (Jauretche, 1967 : 72) y agrega “el roquismo, como tentativa de grandeza nacional, se desintegra en las pampas vencido por los títulos de propiedad que adquieren sus primates, ahora estancieros de la Provincia de Buenos Aires” (Jauretche, 2004: 237).
* Artículo publicado en Agencia Paco Urondo
Notas
[1] Para un abordaje de otros de los más importantes exponentes del revisionismo histórico, como José María Rosa, Fermín Chávez, Ernesto Palacio, y Arturo Jauretche, véase: Pestanha, Francisco J. Roca y el revisionismo histórico. En http://nomeolvidesorg.com.ar/wpress/?p=2615
[2] Con respecto a la denominada “Conquista del Desierto”, Martínez Sarasola, a quien nadie podría calificar de anti-indigenista, nos acerca algunos datos interesantes: primero argumenta que la “conquista” comenzó mucho antes de la llevada a cabo por Roca como Ministro de Guerra de Avellaneda iniciada en 1879, argumenta que comenzó en 1820 bajo la Gobernación de Martín Rodríguez, siguió con Rivadavia (resalta que también el caudillo Estanislao López en tres “expediciones” asesinó a unos 160 mocovíes), destaca asimismo que la expedición de Juan Manuel de Rosas (1833-1834) es un hito porque se penetró profundamente los territorios indígenas, dejando 3200 muertos (no obstante la política de Rosas es por momentos de acuerdos y por momentos de represión). Se extiende así la “conquista” hasta 1899, correspondiendo al periodo 1821-1877 el 74 % de las muertes (9000 aprox.), y un 18 % al periodo 1878-1884 (2100 aprox.), el resto es posterior. (Martínez Sarasola, 1992). No obstante pensamos que la gravedad de las represiones no viene dada meramente por una cuestión cuantitativa, pero de todas formas “enmarca” la cuestión en un contexto más amplio, y facilita el entendimiento. Podríamos pensar también en las represiones de los gobiernos yrigoyenistas en la Patagonia, y en la Semana Trágica, o bien durante el gobierno de Juan Domingo Perón, la expulsión a las poblaciones originarias que habían recorrido 2 mil kilómetros para que se les reconociera la propiedad de las tierras en el denominado Malón de la Paz. Véase (Valko, 2013). A partir de allí, insistimos en que eclipsar toda una política de gobierno, ya sea para bien o para mal, por un hecho disminuye el análisis de la misma. La historia y la política, afortunadamente, son más complejas.
[3] La historia latinoamericana ha demostrado con innumerables ejemplos lo errado de esta visión, desde San Martín, Bolívar, Mosconi, Savio, Perón, Velasco Alvarado, Torres, Torrijos, Hugo Chávez, etc., etc.
[4] En cambio Ortega Peña y Eduardo Duhalde sostienen que lo fundamental en “la cuestión “porteños y provincianos” no gira en torno a la Aduana o a la libertad de los ríos, como lo planteara el interior provinciano, y el litoral, respectivamente, frente a Buenos Aires. Resulta fundamental analizar en cada momento histórico, quién se encuentra al frente de la Aduana, del Tesoro y del Puerto de Buenos Aires, es decir qué clase social empuñaba esos “instrumentos” y con qué efectos económicos”. En (Ortega Peña-Duhalde, 1975: 163). Felipe Varela contra el imperio británico. Buenos Aires: Schapire, página 163.
[5] Vivian Trías sostendrá que las capitales provinciales operan de la misma forma con los pueblos de sus respectivas provincias, así: “las ciudades capitales de provincia ofician como satélites de Buenos Aires y como metrópoli o sub-metrópoli de los pueblos interiores”. (Trías, 1969: 20).
[6] En la constitución de 1819 los Cabildos del interior no tenían autoridad para designar sus representantes. En contra de dicha constitución se levantan los caudillos provinciales como expresión genuina de las masas. Mientras que con la constitución de 1826, al igual que la anterior desconocía los derechos políticos de las provincias, se proclama Rivadavia como presidente, quien representaba los intereses portuarios, se declara Buenos Aires como capital de la república, y se le quitan los derechos electorales a los jornaleros y domésticos a sueldo. Surge aquí la figura de Dorrego. (Ramos, 1986).
[7] Recordemos que bajo el gobierno de Avellaneda se llevan a cabo las discusiones parlamentarias divididas entre los proteccionistas, entre sus más lúcidos defensores a Carlos Pellegrini y Rafael Hernández y los librecambistas, representados en Norberto de la Riestra. Finalmente ganan la “batalla” los proteccionistas y surgen las primeras industrias (aunque ligadas al agro en su mayoría), de nuestro país. También fundan el periódico “El industrial”, y el “Centro industrial”. véase (Dorfman, 1970) y (Schvarzer, 1996)
[8] Lamentablemente esta obra de Alfredo Terzaga quedó inconclusa, llega solamente al año 1880. Esta idea de Terzaga que es compartida por Ramos es discutida por Rodolfo Puiggrós (éste refiere al “colorado”), argumentando que los gobernadores congregados por Roca no eran herederos de los caudillos, éstos estarían “amansados”, sumado a que la política de Roca es plenamente liberal, que la “conquista del desierto” consolida a la oligarquía, y que el ’90 calificado por Ramos como contrarrevolución desconoce el papel de las masas. (Puiggrós, 1986). Entra en el debate también Hernández Arregui (quien también refiere a Ramos), quien no contraría totalmente la idea de Ramos, sostiene que es posible, pero algo dificultoso defender la tesis, al fin y al cabo afirma: “puede aceptarse que dentro de la oligarquía nacional en formación, Roca representó su tendencia más Argentina (no obstante), fue absorbido por la oligarquía y nunca dejó de ser su representante. Incluso como gran propietario de tierras”. (Hernández Arregui, 2004: 373-374)
Bibliografía
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Ramos, J. A. (1986). Las masas y las lanzas. Bs. As.: Hyspamérica.
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Acerbi, N. (1999). Eduardo Wilde. Bs. As.: Confluencia.
Jauretche, Arturo. (2004). Textos selectos. Buenos Aires: Corregidor.
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Jauretche, Arturo. (2008). Ejército y política. Buenos Aires: Corregidor.
Hernández Arregui, Juan José. (2004). La formación de la conciencia nacional. Bs. As.: Continente.
Terzaga, A. (1976). Roca. De soldado federal a Presidente de la República. Bs. As.: Peña Lillo. 2 vol.
Alberdi, Juan B. (2007). Grandes y pequeños hombres del Plata. Bs. As.: Punto de Encuentro.
Valko, Marcelo. (2013). Los indios invisibles del malón de la paz .Buenos Aires: Continente
Martínez Sarasola, Carlos. (1992). Nuestros paisanos los indios. Buenos Aires: Emecé
Ortega Peña, R. y Duhalde, E. (1975). Felipe Varela contra el imperio británico. Bs. As.: Schapire
Pestanha, Francisco J. Roca y el revisionismo histórico. En http://nomeolvidesorg.com.ar/wpress/?p=2615
Trías, Vivian. (1969). Rosas. Buenos Aires: Siglo xxi.
Schvarzer, Jorge. (1996). La industria que supimos conseguir. Bs. As.: Planeta.
Dorfman, Adolfo. (1970). Historia de la industria Argentina. Bs. As.: Hachette.