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La cuna del peronismo.
Del “viejo” Departamento de Trabajo a la Secretaría de Trabajo y Previsión.

Por Juan Godoy

El 27 de noviembre de 1943 Perón transforma el Departamento Nacional de Trabajo a partir de la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión. En este artículo el autor recorre la historia de ese DNT, como asimismo las transformaciones operadas por parte del entonces Coronel desde el “nuevo organismo”. 

“Sembraré esta simiente en el fértil campo de los trabajadores de mi tierra que, estoy persuadido, entienden y comparten mi verdad, con esa extraordinaria intuición que poseen las masas cuando se las guía con lealtad y honradez. Ellos serán mis hombres, y cuando yo caiga en esa lucha en la que voluntariamente me enrolo, estoy seguro de que otro hombre más joven y mejor dotado tomará de mis manos la bandera y la llevará al triunfo. Para un soldado no hay más grato que quemarse para alumbrar el camino de la victoria. Al defender a los que sufren y trabajan para amasar la grandeza de la nación, defendiendo a la patria, en cumplimiento de un juramento empeñé mi vida, y la vida es poco cuando es menester ofrendarla en el altar de la Patria”. (Perón, 2-12-43)
Por Juan Godoy

    En una de sus intervenciones en la Escuela Superior Peronista Eva Perón afirma: “no pueden olvidarse ustedes que desde esa Secretaría, al realizar el coronel Perón la dignificación del pueblo argentino, afianzó la soberanía de la patria. No puede haber pueblo soberano si el pueblo no es digno. Además, al crear la justicia social, el coronel Perón tuvo después que buscar el soporte para mantenerla y lograr la independencia económica. La Secretaría de Trabajo y Previsión, creación maravillosa del coronel Perón, es la cuna del justicialismo en el país. No sólo dio desde esa casa felicidad al pueblo, siendo como un rayo de luz y esperanza para todos los hogares proletarios que habían perdido la fe en sus gobernantes, en sí mismos y en los altos valores de la patria. No sólo les dio salarios, sino que los dignificó, y la dignificación del hombre por el hombre no tiene precio”. Refiere certeramente la “abanderada de los humildes” a la transformación por parte de Perón del viejo Departamento Nacional del Trabajo en la Secretaría de Trabajo y Previsión el 27 de noviembre de 1943. Se había hecho cargo del DNT solo un mes atrás, el 27 de octubre, y había expresado que “la dependencia no está capacitada para organizar ni coordinar en forma eficiente los intereses de patronos y obreros, y no alcanza los fines superiores que debe perseguir, por lo que es urgente encarar la constitución de un organismo con amplias atribuciones legales y de orden técnico, con funciones ejecutivas y facultades tan bastas como las de un ministerio”. De ahí la rápida jerarquización.
   Nos interesa reseñar en este artículo tanto la historia de esa transformación, como la mirada estratégica de Perón en el marco de la revolución juniana que van a llevar a que en muy poco tiempo pase de ser un personaje conocido en los ámbitos castrenses y en ciertos núcleos político (y mayormente desconocido para la mayoría de los argentinos), a ser el gran líder político nacional en el cual los trabajadores depositan su esperanza, sus anhelos, y están dispuestos a sublevar ese subsuelo de la patria para trastocar definitivamente el curso de la historia, están dispuestos incluso (en ese escaso casi año y medio de vínculo estrecho) a “dar su vida” por ese Coronel. Nos referimos al periodo que va desde el 4 de junio de 1943 al 17 de Octubre.
En este sentido también argumenta Eva Perón en la misma clase referida anteriormente que “el peronismo, a mi juicio, nació al crearse la Secretaría de Trabajo y Previsión, nació cuando el primer obrero argentino le dio la mano al coronel Perón pensando: "me gusta este coronel". El pueblo empezó a presentir que ya no era una esperanza, sino una realidad. Quiere decir que el peronismo no nació sólo con la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Nació cuando el primer obrero argentino, al encontrarse con el general Perón, pensó que ya tenía quien le protegiera y que ya se encontraba ante la realidad”. Se trata por un lado de la irrupción como un huracán en la política, y por otro de la “intuición” de los trabajadores en quien depositar su esperanza. No deja, de todas formas, de sorprender ese ascenso meteórico que solo los grandes líderes pueden producir. Periodo también en el cual, cabe destacar, Perón debe librar diversas batallas (lo cual hace con una extrema habilidad), al interior de esa revolución juniana para lograr conducir ese proceso hacia la transformación que ya había trazado en su cabeza tiempo atrás.
No casualmente Perón crea un organismo que da cuenta de lo último que mencionamos, y que va a ser central poco después en el proyecto nacional justicialista, al mismo tiempo que en esos días agitados expone una conferencia en donde expresa claramente cuál es ese proyecto. Hacemos referencia a la creación del Consejo Nacional de Posguerra (CNP) en agosto de 1944 el cual va a ser presidido por Perón (y cuya Secretaría General recae en Figuerola), a partir del cual se va a realizar un profundo diagnóstico de la situación nacional para poder dar impulso y canalización al proceso de industrialización (que se venía dando mayormente en forma coyuntural), al mismo tiempo que lograr el ordenamiento económico y social a través de un conjunto de objetivos tanto de largo como de corto plazo, muchas de las medidas del peronismo (ya en el gobierno), se van a realizar a partir de lo trabajado por el CNP. Por otro lado mencionamos la Conferencia del 10 de junio de 1944 por parte de Perón cuando inaugura la Cátedra de Defensa Nacional en la Universidad Nacional de la Plata, donde expresa claramente (a partir -fundamentalmente- de la noción de “Nación en Armas” que venía de Von der Goltz), el diseño del proyecto nacional que tiene pensado y que va a lograr llevar a cabo posteriormente.
Recorriendo la historia que lleva a la creación de la Secretaría para comprender su real dimensión, observamos que el Departamento Nacional del Trabajo (DNT) se había creado a principios del siglo XX, más específicamente en el año 1907. La cuestión radica en que unos años antes (1904), durante el final de la segunda Presidencia de Julio Argentino Roca, se produce la convocatoria a diversas personalidades para abordar la cuestión de la clase trabajadora entre los que se destacan: Leopoldo Lugones, el gran latinoamericano Manuel Ugarte, Augusto Bunge, Juan Bialet Massé (a quien también se le había encargado un informe sobre la situación de la clase trabajadora cuya publicación comienza ese mismo año, cristalizando -en forma profunda y detallada- la precariedad de la situación de la misma), José Ingenieros, etc. Dicha comisión redacta un código de trabajo, que no llega a ser aprobado por el parlamento, pero que contribuye a la creación del DNT tres años más tarde bajo la órbita del Ministerio del Interior.
Carlos Piñeiro Iñíguez en su profunda obra sobre la construcción del ideario de Perón, sostiene que “el DNT no podía ir más allá de la corriente liberal reformista que le dio origen (…) La eficacia era muy limitada”.  Actúa mayormente como un organismo dedicado a la investigación y recopilación de datos, y en algún periodo toma una tónica más intervencionista, pero sin la posibilidad de obligar a las partes. No obstante se destaca que con la llegada de Yrigoyen la situación comienza a modificarse aunque levemente (y también se dan las conocidas represiones), acompañado también de cierto proceso donde la corriente sindicalista va desplazando al anarquismo. El DNT actúa muchas veces como mecanismo que recluta rompehuelgas. Durante los años 30 el DNT continúa con su política de investigación sobre las relaciones capital-trabajo y de intervención en varios conflictos. El autor también destaca al Departamento de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires como el que adquiere mayor envergadura al que también se suma la experiencia del organismo creado en la Provincia de Córdoba. 
Consideramos que, más allá del accionar del DNT, la década del 30 manifiesta por un lado la cristalización de la Argentina dependiente del imperialismo británico, orden que los forjistas vienen a develar y sintetizar en su conocida frase “somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre”, y la miseria reinante en la llamada “década infame” inmortalizada en los tangos de Discépolo; y por otro, la transformación que comienza a producirse tanto por la crisis del 30 como por la segunda guerra mundial con una tenue (y coyuntural) industrialización al mismo tiempo que las migraciones internas desde las provincias interiores contribuyendo al proceso de nacionalización de los trabajadores argentinos. Es necesario remarcar que en esa década la organización de la clase trabajadora se encontraba fuertemente fragmentada (existían gran cantidad de sindicatos por oficio, a la vez que varias centrales).
La Revolución juniana viene a dar el comienzo a la finalización de esa “década infame”. Coinciden varios autores en que el DNT no era observado por el elenco gobernante como un lugar de importancia, y podemos decir que parte de razón tenían ya que realmente no tenía un injerencia importante en la política nacional, sin embargo, una visión más profunda lleva a Perón a otra interpretación y por eso solicita ese cargo. Hay una frase conocida atribuida al entonces Presidente el General Ramírez que dice: “denle el cargo al loco de Perón, que se interesa por esas cosas”. A tres meses del movimiento del 4 de junio, el Coronel se hace cargo de ese “viejo” DNT, y rápidamente el 27 de noviembre de 1943 genera el primer hecho significativo que es la transformación del mismo a partir de la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión, rompiendo así la con la órbita a la que estaba sometida (como indicamos el Ministerio del Interior), ya que se convierte prácticamente en un nuevo ministerio por el rango que adquiere.
Piñeiro Iñíguez da cuenta de la importante cantidad de funciones y dependencias que quedan bajo la conducción de la Secretaría: la Dirección Nacional de Salud Pública y Asistencia Social, la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones Civiles, las de varias  actividades, la Caja de Maternidad, la Junta Nacional para combatir la Desocupación, la Comisión Nacional de casas baratas, la Cámara de Alquileres, la Comisión Asesora para la vivienda popular, entre otras. Los cuales argumenta el mismo pensador  “habían sido, hasta entonces, sellos, organismos existentes sólo en el papel; al ser revalorizados y dotados de capacidad de decisión, más de uno de ellos demostró contener, en ciernes, una magnitud de problemática social que con el tiempo ameritaría la creación de un ministerio específico”. Perón, sostenemos como era habitual en él (y se verá en los diversos ministros, colaboradores y demás a lo largo de sus gobiernos), se rodea de funcionarios de primera línea, con enorme capacidad de reflexión y/o realización, el mismo autor que venimos siguiendo lo corrobora al sostener que “se trataba de técnicos experimentados, capaces de armar un convenio colectivo o reglamentar un decreto con velocidad y eficacia”. 
Perón tiene clara la noción que a la fuerza de la anti-patria hay que oponerle la creación de una fuerza que haga posible llevar a cabo una política nacional. Así, la revolución nacional justicialista va a encontrar su columna vertebral en el movimiento obrero organizado. De ahí que rápidamente el entonces Coronel comience una política de vinculación estrecha con los trabajadores y sus necesidades. A esas problemáticas las va a enfrentar a través de un criterio propio, con la creación de un conjunto de ideas y herramientas ancladas en nuestra realidad. Poco después de crear la Secretaría, el 1 de diciembre sostiene que la misma es para “la solución de los problemas que plantea esta época de evolución y cultura de las masas a las que hay que servir con una distribución equitativa de los bienes de la tierra y el trabajo”. Y al otro día en una entrevista declara que considera que los sindicatos “a la vez de atender los intereses de sus afiliados, no deben descuidar los intereses de la patria. Serán sólidas esas organizaciones cuando estén inspiradas en principios de justicia y de bien colectivo y patriótico”. Ese mismo día por radio afirma que con la Secretaría “se inicia la era de la política social argentina”.
Lo que tiene claro Perón es lo que expresa años más tarde que “si los trabajadores se dividen pierden todo su poder. Esto lo vemos en  muchas organizaciones (…) es como si no hubiera ninguna”, y en este sentido expresa también que “el justicialismo siempre se sustentó en el criterio de la indivisibilidad de la clase obrera organizada. Se requiere, en consecuencia, una sola central obrera”. No resulta casual entonces que una de las primeras cuestiones por las cuales comienza a bregar es por unidad del movimiento obrero, en la necesidad que exista solo una central de trabajadores (la CGT), tomando una acción fuerte para que esa construcción que se logra cabalmente en el año 1945. Vale recordar la conocida frase pronunciada desde el balcón de la Casas de Gobierno (lo que marca ya una profunda transformación y avizora los tiempos que se avecinan) el mismo 17 de octubre cuando ya tarde en la noche dice: “trabajadores: únanse; sean hoy más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra la unidad de todos los argentinos”.
Desde la Secretaría comienza una tarea ciclópea en torno al establecimiento de la justicia social, al mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores. Así otorga nuevos derechos como las indemnizaciones, las vacaciones pagas, los tribunales de trabajo, las licencias, la prevención en los accidentes de trabajo, el estatuto del peón rural (algunos historiadores ligan esta idea a una charla con Don Arturo Jauretche), la capacitación técnica, etc. Evidentemente ahora los trabajadores argentinos no solo eran escuchados, sino que sus problemas eran solucionados, y también comenzaban ellos mismos a ser parte de las soluciones propuestas y con el tiempo ocupar lugares de poder, de decisión y acción.
Una de las políticas que van a ir cristalizando este “nuevo” orden de cosas y que resulta trascendental es que el 2 de Octubre de 1945 se dicta la Ley de Asociaciones Profesionales. A partir de esta ley, los sindicatos pasan a ser declarados entidades de bien público, logrando de esta forma el reconocimiento de sus derechos, y obteniendo el da apoyo legal, conjuntamente con el respaldo del estado. Desde ese momento todas las entidades gremiales ya sea que tengan o no personería, no pueden ser intervenidos por el Estado. En este marco es que Perón en un discurso de 1950 dice que “el justicialismo comienza por convertir el sindicato, de una organización al margen de la ley, en una institución pública (…) le da estado legal a la existencia del sindicalismo”. La unificación bajo una central obrera lleva a que en los pocos años que siguen la central pase de tener unos 400 mil afiliados a casi tres millones de trabajadores organizados en la misma.
Dicha ley comienza a conformar el modelo sindical argentino de unidad promocionada otorgándole al sindicato de mayor cantidad de afiliados la personería gremial y a partir de esta la posibilidad de negociación colectiva. Pueden existir más de un sindicato por rama de actividad, pero la personería le cabe solo al de mayor representatividad, lo que busca fortalecer la unidad y el poder de las organizaciones. Así, no hay imposición ni tampoco dispersión de los trabajadores. Dionela Guidi en su libro “Perón, la palabra realizada” argumenta certeramente que “el sindicalismo, como organización libre del pueblo, posee el carácter de institución intermedia capaz de canalizar y desarrollar la potencialidad creativa del pueblo a fin de resolver conflictividades y tender a la armonía del conjunto”. 
Poco más tarde esa ley va a producir otro hecho central que es la organización de los sindicatos ya no por oficio, sino que se va a determinar que sea por rama de actividad. Uno de los casos representativos de la importancia de esta concepción lo podemos graficar con el caso de los catorce sindicatos ligados a la actividad de la construcción (entre los que se cuentan albañiles, pintores, yeseros, carpinteros, ceramistas, etc.), logran una unificación bajo la bandera del único sindicato de la Construcción (este sindicato en pocos años pasa de unos 1500 afiliados a más de 200 mil).
De todas formas, Perón pensaba que si bien podían dictarse leyes era central contar con los mecanismos para el control de su cumplimiento efectivo, ahí aparece el estado desde ya, no obstante también toman un rol central en este sentido los sindicatos, ya que afirma Perón que “es el sindicato el que hace que se cumplan los derechos del trabajador que figuran en la Constitución (…) El Estado lo hace en grande para todos, el sindicato en pequeño para sus asociados”. Esto se verá reflejado en los gobiernos peronistas con los comisiones internas, los delegados, la presencia en todos los niveles del estado, etc. La Secretaría no es neutra, Perón lo recuerda en esos meses reiteradamente, como cuando sostiene que la Secretaría “no es un organismo estatal más, burocrático, como lo era el antiguo DNT, sino un organismo de los obreros para los obreros”, o en otra ocasión que dice a los trabajadores “tienen ustedes en esta casa un defensor que tomará la causa de ustedes como si fuera la propia”.
Nos interesa reflexionar que esta política que desarrolla Perón también se debe enmarcar, para comprender en toda su dimensión en la noción de comunidad organizada y la de tercera posición que se van a ir conformando y sistematizando con los años. Decimos esto entendiendo que a tercera posición aparece, como dice Jorge Bolívar, como una concepción antropológica, filosófica, política, económica, cultural, etc. estableciendo una tercera concepción alejada de la que pone el acento en el individuo y la que ocupa todo el espacio el colectivo (sin dejar lugar a la expresión individual), apuntando al equilibrio y la potencialidad de esos dos polos, es una solución propia a nuestras problemáticas anclada en nuestras tradiciones e historia. Alejándose entonces del polo del capitalismo liberal como del comunismo. A la vez, y entrelazado con lo anterior, que con la construcción de la noción de comunidad organizada se deja de lado la lógica clasista, apuntando a la colaboración social (lo que no es equivalente y no se trata de una “alianza de clases”), sin negar el conflicto busca la solución en la conducción del mismo.
No es aquí el estado el encargado de organizar al pueblo o a la comunidad, no se trata de una imposición, sino que esa organización es libre, en el centro está el principio de solidaridad que apunta a romper con el egoísmo promovido por el liberalismo, y es sí el estado quien acompaña ese proceso y busca fortalecerlo, entre esas organizaciones libres del pueblo aparecen las organizaciones de los trabajadores que el estado solo busca robustecer y potenciar. Para cerrar, retomamos las palabras en el acto del primer aniversario de la creación de la Secretaría en el que Perón afirma: "la revolución nacional no se ha hecho para dictar unos cuantos decretos y satisfacer unas pocas vanidades. Para esto no hubiera valido la pena dar un solo paso (...) ¡Ved, pues, si es ardua la labor de recuperación que resta por hacer! ¡Tenemos que encontrarnos a nosotros mismos con el mismo fervor unánime del alumbramiento de la patria! Retornando a la fe inicial de nuestro destino histórico, debemos recobrar esta misma unidad de destino de todos los argentinos. ¡Ésta es la clave de nuestra potencia como Nación libre y soberana! La historia nos muestra cómo las naciones que olvidan esta unidad de destino, que es la unión de todos los argentinos al servicio de la patria, dejan de ser viriles y viven constantemente al borde de la catástrofe". 

 

El siguiente espacio busca realizar aportes a la construcción de una sociología e historia en clave nacional-popular y Latinoamericana, que contribuya a la liberación nacional

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