Entrevista Juan Godoy - "La Gratuidad universitaria"
Juan Godoy. Sociólogo. Magister en Metodología de la Investigación. Docente del Seminario de Pensamiento Nacional de la UNLa.
¿Cuál era el contexto del país en 1949 y en qué había influenciado la Reforma de 1918?
Voy a comenzar por la segunda parte, por la reforma del ’18, que estalla en Córdoba y se difunde como “reguero de pólvora” por toda América Latina, y que va a lograr el co-gobierno y la autonomía. No obstante, va a fracasar en integrar la universidad al país y al continente latinoamericano, y en la ruptura del eurocentrismo en los contenidos que se estudian. Vale resaltar también que en el ‘18 no es que no se logra la gratuidad, sino que ni siquiera se pide. Al mismo tiempo, la autonomía termina desfigurándose en gran medida y la universidad encerrándose sobre sí misma. En estas cuestiones, digamos carencias, fracasos y deformaciones que resaltamos, se afirma el peronismo y a partir de allí va a buscar profundizar y llevar a buen cauce a la reforma. Cabe resaltar que los mejores frutos de la reforma se dan en Perú, donde emerge el movimiento nacional APRA y surge una figura central, Víctor Raúl Haya de la Torre.
Pensando en el contexto de la eliminación de los aranceles universitarios que hacían absolutamente restrictivo el ingreso a la misma, es necesaria su vinculación con la irrupción de los trabajadores en la escena nacional. El 17 de octubre de 1945 no sólo da nacimiento a un nuevo movimiento nacional, que es el peronismo, sino que también va a darle al mismo un contenido popular y revolucionario. La Argentina ya no será la misma desde ese día.
¿Quiénes eran los sectores que antes accedían y cuáles se vieron beneficiados?
Con el ascenso del peronismo al poder se produce una Revolución Nacional que viene a romper con el orden semi-colonial montado fundamentalmente luego de Caseros y Pavón. También se viene a dar por tierra con el modelo agro-exportador, dependiente de Gran Bretaña, y se propone una “nueva” Argentina que apunte a construirnos como una potencia industrial. Este proceso lo sintetizan bien las tres banderas que levanta el peronismo: la independencia económica, que se logra a partir de la ruptura de la dependencia y el desarrollo; la soberanía política que pasa a ser posible a partir de lo anterior, las decisiones ahora se toman en nuestro país, en función del mismo y a partir de la adopción de un criterio propio; y la justicia social que se logra a partir de un conjunto de políticas que dignifican al trabajador, que le dan no solo una mejor calidad de vida y un conjunto de derechos, sino que también le otorgan una participación real en la conducción de los destinos del país. Al mismo tiempo comienzan a ocupar lugares que antes estaban reducidos para las clases acomodadas, como por ejemplo los ministerios, los cargos legislativos, las embajadas o bien los lugares de vacaciones, como las playas de Mar del Plata, las sierras de Córdoba, etc., el teatro Colón. Pero aquí nos interesa particularmente la universidad. A estas tres banderas podemos claramente sumarle otra, relacionada con la cuestión de la universidad, que es la del nacionalismo cultural.
La eliminación de los aranceles está estrechamente ligada al entramado de la Revolución Nacional justicialista, en la “nueva” Argentina ya no hay espacios reducidos para las élites, y ese nuevo país necesita de una universidad que esté integrada al país, que responda a la necesidad de romper la dependencia y a la de desarrollar industrialmente la Argentina. De ahí que la gratuidad busca llenar de obreros y/o de los hijos de los obreros nuestras universidades. Los “olvidados” de ayer pasan a ser los privilegiados de la Argentina peronista.
Originalmente en Revista Viento Sur